Otra vez 3 am de la
madrugada y mi mente inquieta no deja que me amigue con el sueño.
Recuerdos inútiles,
posibles respuestas que pude dar y no dí.
Posibles respuestas que
puedo llegar a dar.
Un futuro incierto que
imagino más de una vez con todos sus posibles inicios, nudos y desenlaces.
Pasado con cantidad de
historias de por qué hice y por qué no hice.
Oraciones cargadas de
remordimiento y culpa de no haber actuado con hidalguía e inteligencia lo que correspondía.
Mientras el mate caliente
ayuda a desarrollar un pensamiento frío y meticuloso, el tiempo en la madrugada
se ve congelado.
El maldito orgullo que me
se levanta en armas con la estúpida frase que dice "de no ser así no sería
quien soy" frase que compite contra su Némesis" quien dijo que lo que
sos es mejor que lo que pudiste ser"; frase que suele sentarse a filosofar
con mi autoestima lastimada, llena de errores orgullosos que no cuento. Porque
aquel poeta me enseñó de chico que lo que se lleva en silencio y escondido
alimenta lo más imponente de nuestro ser.
Otra vez vuelve la idea a
mi cabeza como el martillo al clavo, dejándome asentado e inamovible la ida que
tengo: un presente más incierto que mi futuro, un presente que se escapa de mis
manos y antes de poder entenderlo pasó a ser parte de mi ayer, pues ya estoy
viviendo el mañana, y así pasan los días, pasan los meses.
Y una vez más junto a mi
pasado, mi reloj repite que son las 3 am, mi memoria no me deja dormir y la
esperada amnesia no llega ni de casualidad, cuando me quiero dar cuenta estoy
nadando entre sueños que reviven mis realidades.
Ni en los sueños se
descansa, ahí también está lo vivido y por vivir para atormentar mi conciencia,
para levantarme más cansado que el día anterior.
Hablan de un infierno con
llamas, ojalá fueran llamas las que nos quemen eternamente y no la certeza de
que con cada acto perjudicamos a queridos, a afectos que más de una ves nos tocó
saludar y darle el beso de judas a aquel que nos abrazó al estar de rodillas
Tengo por bien sabido que
ese será nuestro infierno, sufrir eternamente con nuestra conciencia, nuestro
actos de malayas, nos tocará sufrir en carne propia lo que hicimos padecer, nos
tocará repetir ver el sufrimiento encarnecido en quienes amamos y les provocamos
dolor, será ver el flagelo que producimos y sentir esa tortura.
No hay dios, ni religión
que nos perdone por que nosotros no nos perdonaremos.