viernes, 24 de octubre de 2014

3 AM

Otra vez 3 am de la madrugada y mi mente inquieta no deja que me amigue con el sueño.
Recuerdos inútiles, posibles respuestas que pude dar y no dí.
Posibles respuestas que puedo llegar a dar.
Un futuro incierto que imagino más de una vez con todos sus posibles inicios, nudos y desenlaces.
Pasado con cantidad de historias de por qué hice y por qué no hice.
Oraciones cargadas de remordimiento y culpa de no haber actuado con hidalguía e inteligencia  lo que correspondía.
Mientras el mate caliente ayuda a desarrollar un pensamiento frío y meticuloso, el tiempo en la madrugada se ve congelado.
El maldito orgullo que me se levanta en armas con la estúpida frase que dice "de no ser así no sería quien soy" frase que compite contra su Némesis" quien dijo que lo que sos es mejor que lo que pudiste ser"; frase que suele sentarse a filosofar con mi autoestima lastimada, llena de errores orgullosos que no cuento. Porque aquel poeta me enseñó de chico que lo que se lleva en silencio y escondido alimenta lo más imponente de nuestro ser.
Otra vez vuelve la idea a mi cabeza como el martillo al clavo, dejándome asentado e inamovible la ida que tengo: un presente más incierto que mi futuro, un presente que se escapa de mis manos y antes de poder entenderlo pasó a ser parte de mi ayer, pues ya estoy viviendo el mañana, y así pasan los días, pasan los meses.
Y una vez más junto a mi pasado, mi reloj repite que son las 3 am, mi memoria no me deja dormir y la esperada amnesia no llega ni de casualidad, cuando me quiero dar cuenta estoy nadando entre sueños que reviven mis realidades.
Ni en los sueños se descansa, ahí también está lo vivido y por vivir para atormentar mi conciencia, para levantarme más cansado que el día anterior.
Hablan de un infierno con llamas, ojalá fueran llamas las que nos quemen eternamente y no la certeza de que con cada acto perjudicamos a queridos, a afectos que más de una ves nos tocó saludar y darle el beso de judas a aquel que nos abrazó al estar de rodillas
Tengo por bien sabido que ese será nuestro infierno, sufrir eternamente con nuestra conciencia, nuestro actos de malayas, nos tocará sufrir en carne propia lo que hicimos padecer, nos tocará repetir ver el sufrimiento encarnecido en quienes amamos y les provocamos dolor, será ver el flagelo que producimos y sentir esa tortura.

No hay dios, ni religión que nos perdone por que nosotros no nos perdonaremos.