domingo, 12 de septiembre de 2010

-1.75 por favor.

Hay días en los que despierto con el metálico sabor.
Se suman las horas escapando involuntariamente de la cama, los dolores de cabeza y el concierto de palpitaciones comienza de nuevo. Orquesta de latidos y testeo a la conciencia.
Llevo meses en etapa experimental atravesando junglas de sensaciones desconocidas hasta el día que dispare la sentencia final.
Fui firme.
Me encontré de nuevo con el viejo yo. Pase noches puteando y preguntando, buscando donde no había.
Pase horas con la mirada perdida en un interior que, como victima de una remodelación violenta, no era mas que pedazos de una habitación destruida. Restos de lo que fue esparcidos por doquier y la luz entrando por la ventana sin cortinas.
Polvillo en el aire, escombros, y las facturas siguen llegando sin importar los tifones.
Helo ahí al guerrero del castillo amarillo contemplando el escenario. Campos de batallas inundados de cadáveres que se niegan a asimilar su condición post-mortem.

Hay días en los que el silencio es mejor, por que a veces, solo a veces, carezco de la magia que crearon Magnificencia, la magia que elevo el grafito a mis bocetos para dibujarte tan radiante, y el brillo que reflejaron las palabras emitidas en el momento de levantarte, soldado caído.
Hay días así…
Hay días en los que toco fondo y me atrevo a preguntarme una vez mas como? En un involuntario avance de los roedores.
Hay días así…
En los que retorna el interrogante de porque mi estrellita brilla en el cielo y no entre mis brazos.

Fluye. Solo fluye.
Es necesario como portal, camino, sendero y única manera meter mis dedos sucios entre las costillas y tantear, solo para confirmar, que aun estas ahí. Y te pido acariciando tu voz que suena repetidas veces desde los auriculares baratos que me recuerdes por que soy.
Exacto, siempre lo se. Pero aun así es bello escucharlo de vez en cuando con otra voz que no sea la de mi mente.
Gracias, corazón. Gracias.
No permitas que me queme, ni ser avasallado.
Gracias, corazón. Gracias.
Días en los que el infartado no responde a la orden son días en los que me refugio en el primer recuerdo. Sensaciones varias abrumando, ideas ilógicas, utópicas en su momento, tan reales después que costo asimilarlo. Pero feliz.


Desperté esa mañana con la fuerza infinita, y el poder de resucitar cementerios completos. Voces que dictaron las notas musicales de la obra mas incisiva de mi autoría y la hice física para ustedes con la mayor de las alegrías por que sentí como un deber que leas las hermosas líneas dedicadas.
Y tras la confirmación de haber sido bien recibidas recayó sobre mi la responsabilidad de predicar con el ejemplo.
Voy a quemar cada boceto, cada cuaderno, a romper cada línea escrita y cortar mis cuerdas vocales por cada vez que expuse Fuerza de Cohesión si no aplicara mis propios consejos en momentos como este, cuando la falta se hace notar, cuando el perfume en un pañuelo deja de impregnarme y cuando ansío el choque como meteoritos en el cósmico lienzo. -1.75 por favor.
Nación del Verbo, no retrocede.

Dejar caer los parpados, con la coronilla hacia delante y el impulso Divino. Desplegando las alas.
Mi corazón no late apresurado, pero si con fuerza. Siento cada bombeo de sangre como sordos golpes retumbando en todo yo.
Exactamente de la misma forma, con la misma esencia que cuando te escribí Seréis Fuertes.
Pero esta vez, no es para vos, ni para el, ni para ella. Es para mi. Por que creo merecerlo.
Y si acaso no coinciden conmigo, pueden decirlo. Es imposible serle fiel a la palabra, si la palabra no es fiel reflejo de tu sentir.
He ahí la razón de por que tantas mentiras.
Yo soy el que elije todos los días que vivir, y que no.
Experiencias ya re transitadas muchas veces… yo elijo no vivir mas de eso. Y elijo dejar mis puertas abiertas para todos, sin importar quien.
Siempre abiertas para que entren y salgan cuando les plazca, solo una condición les pido. Las mentiras afuera y las pendejadas en otro canal.
Puede que alguien haya malinterpretado mis palabras en lo emitido desde el cardiaco. No hubo jamás moción de ataque. Puede creerme, o auto convencerse de lo contrario. Su decisión es suya.