viernes, 17 de junio de 2011

Viaje


Sin importar el peso del yugo, seguirá tirando hacia delante, amigos enemigos, amores y desamores son hijos de la traición vividos en tiempos pretéritos. Padres que forjaron un orgullo fuerte, usando las mentiras como yunque. Amamantado por el seno del desengaño, medallas cicatrices, símbolo de lo superado, estandarte que grita experiencia desbordando rabia, ajustando su mandíbula.
El vidrio mojado del colectivo, lo encierran en su melancólica historia, no le permiten distraerse mientras el viaje sucede, Capitulo tras capitulo, hacen repetidos ecos y parecen recordarle, segundo a segundo, que siguen vivos como en aquellos momentos. Preso de sus recuerdos, No vive en su presente.
El viaje continua el analiza lo aprendido, fingir felicidad eliminar conceptos prestados, ideales que todos heredan, pero el aprendió a descartar esas cartas de su baraja. Sueños, esperanzas, amor, afectos falsos columnas inútiles en la que los débiles se apoyan para soportar la implacable realidad, viciosos de lo efímero y abstracto. Quienes se mienten llamando “Amar” a su debilidad innata.
Las cubiertas sigue rodando, el motor lo hace sordos a las conversaciones ajenas, en un colectivo atestado de personas, el esta solo concentrado y meditabundo. Entre las ideas que pasean, escucha sus propias quejas para así encontrar el alma de sus errores, sus palabras y reflexiones son la base de su fortaleza.
El Folclore de lo cotidiano, desterró de su pecho toda seguridad dándole asilo a la incertidumbre, anido con calidades el no confiar en nada y repreguntarlo todo, talladas lleva máximas como “nadie te regala nada” están marcadas a fuego, inolvidables leyes del escepticismo implacables como la gravedad, rigen su pensar, en sus juicios no hay tautologías.
La Parada parece no llegar, su inclemente sinapsis no le da tregua, Sabe que como perro de la calle que es, supo encontrar abrigo en el invierno, y paz en su soledad, perdido en una ciudad laberinto con mas de 1000 pasillos, encontró en cada uno cuentos que jamás contara. Desde cachorro aúllo por la lejanía de su madre luna, ladrando en reclamo de su compañía.
Hijo guacho de las pampas del olvido, de una ciudad desierto.