domingo, 6 de septiembre de 2015

No apto para todo publico : Capitulo 3 - Hijo Falso



Y son las 15:00 lentamente me dirijo a fichar, quiero irme rápido pero no debo, por que hasta en eso supervisan mi jefes, es por eso que debo tener la picardía de fichar impuntual. Si un empleado se retira en punto implica que se retiro 2 o 3 minutos antes de su puesto de trabajo, y eso habla a las claras, según sus directrices, de un empleado que esta mas atento a dejar de trabajar y  seguramente en un mal desempeño, así que me tengo que tomar unos minutos mas antes de ir a fichar. 15:06 registro mi huella digital, tengo que ser prudente, si los minutos iniciales De mi turno de guardia no parecían correr, los 6 minutos extras en mi trabajo fueron algo mas que eternos.


De niño en la iglesia nos decían: “nadie sabe los tiempos de Dios, 1000 años pueden ser 1 segundo o 1 segundo pueden ser mil años” creo que hoy logre resignificar esas teorías. Camino nuevamente hacia la estación de tren, el día está despejado y el clima es templado. Al subir me recibe un por alguna razón inexplicable, agradable perfume a Kaotrina y, con una extraña sensación de agotamiento en el pecho me dispongo a esperar el tren bajo la tibia calidez del sol. Me distraigo fijando la mirada cada tanto el cartel que informa la llegada del tren en algunos minutos, y releyendo por enésima vez el mismo cartel que invita a la memoria de lo sucedido en aquellos años nefastos del 76. Entre esa cantidad de imágenes que van llegando, es cuando de pronto me observo una tan cautivadora como breve historia. De pronto me percato de cómo una chica prolija de trajecito negro, camisa blanca y zapatos de taco, de cabello azabache unos ojos grandes color azul y un perfume que invadió mis sentidos, desplazando por 1 minuto el olor a Kaotrina y llevándome en milésimas a una primavera en algún lugar hermoso. Veo como de pronto ella se cruza con un viejo perro que daba vueltas por el andén hace un rato, tiene el lomo encorvado el pelo mal distribuido y en varios lugares se le nota solamente la piel seguramente hambriento y bastante descuidado. Ella sin dudarlo un instante extendió su mano para iniciar el contacto, el se freno, olfateó con desconfianza, puedo asegurar que debe ser el aroma mas dulce que saboreo en su vida, luego de años metiendo su hocico en incontable cantidad de agrias bolsas de basura y comida putrefacta. Ella se acuclilló casi deseando protegerlo en su regazo, comenzó a realizarle mimos. Todo comenzó a pasar muy lentamente mientras internamente rogué porque ese tren no llegue nunca. No pude dejar de mirar hipnóticamente esa situación, como caricia a caricia se entregaba mucho mas que mero entendimiento, disfrutando cada segundo de esos mimos. En sus ojos desbordaba tristeza y comprensión, pude notar indudablemente que hacia mucho que no experimentaba en una situación de semejante entrega desinteresada y agradecimiento; en sus pupilas se escondía un grito reprimido que cuenta la historia de años de estar vagabundeando entre caricias de extraños, malos tratos y corazones fríos, mendigando al menos un poco de cariño desinteresado, pasando entre abrazos y caricias de manos desconocidas. El perro también es sabedor de esos bemoles y paso por semejante situación más de una vez. Son almas gemelas, son seres distintos, ambos se necesitaban el uno al otro de una manera indescriptible, sin embargo la bocina del tren llego anunciando separación inminente.


Las puertas de se abrieron, ella subió mientras la observo desde la esquina del vagón que compartimos. La formación empieza a moverse y ella niega apartar su mirada del perro que se recuesta nuevamente.


Los nuevos trenes parecen estar diseñados para ayudar a que nos concentremos en el paisaje y en nuestros pensamientos, ya que casi no se sienten los ruidos de las vías ni los motores, se exhiben blancos, azules y celestes, tecnológicos y climatizados (como un consultorio medico). Y Aunque en el abundan los asientos libres, decido ir del lado contrario de la estación, ubicarme contra la puerta y el apoyo isquiático (según el cartel) aprovecho para intentar despejar la mente mirando el paisaje que brindan las vías. El tren no termino de salir de la estación ni yo recrear la vista que la gélida realidad una vez mas me toma por rehén, obligando a mi atención a mirar detenidamente una situación que jamás voy a olvidar, Por mas que lucho me es imposible mirar a otro lado, no puedo hacer que esto pase desapercibido. Hay días en que la recurrencia de estas imágenes me hacen reflexionar que tan ártica y desértica puede ser una ciudad de millones de personas. Y será que en determinadas fechas estoy más abierto a que me acribillen estos retratos por tener una sensibilidad predispuesta a recibirlos con el corazón a la intemperie. Justo frente a mi una madre con su hijo están sentados, su hijo falso, como describir a ese niño, era hermoso, sus ojos las mejillas y la inocencia pura que la edad de los 2 años aproximadamente brinda, regordete rozagante, tes clara y pelo castaño claro tiene la cara sucia haciendo juego con sus manos dando como evidencia absoluta de que por seguro estuvo comiendo algún tipo de Golosina o dulce. El niño mira por la ventana, se entretiene con el paisaje y cada tanto con una expresión de interés y amor intenta hablar por medio de balbuceos a su madre


– ¡TaTa! – dijo mientras apoya su manito entre el pecho y el hombro de mamá, –Tata da – repitió mientras intento hacer contacto visual inclinándose hacia abajo y mirando hacia arriba, buscando interponerse entre la vista de su madre y el celular, creyendo seguramente que de esa manera encontraría la atención que busca. Poca suerte tubo ya que su madre tenía solo la vista perdida en la absorbente tecnología, es fácil decir que en dicho móvil estaba perdiendo su vida por completo. El niño insistió, ella molesta lo apartó acomodándolo como para que mire a la ventanilla y no interfiera. El jugó unos 10 segundos más con su manito simulando tener un autito imaginario sobre uno de los lados, mientras miraba esporádicamente por la ventana las imágenes que el Angulo le permite. Nuevamente intento llamar la atención a su madre, intento de la misma forma que la primera vez, llevando su manito cerca del hombro, buscando el contacto visual, el mismo gesto, el mismo amor, la misma cruda indiferencia letal fue la respuesta. Nuevamente la madre lo volvió a apartar de ella y esta vez, con una mochila que llevaba en las piernas, colocándola como barrera entre ambos. La madre, que a esta altura no se si merece el nombre, siguió inmutable en su mundo, el nene siguió abstraído nuevamente por su autito imaginario. La indignación corría por mis venas y lleno mi ser de un desprecio inmundo, sentí tanto asco como tristeza Absorbido por la situación que estaba vivenciando, era imposible desarraigar esos enquistados sentimientos, era testigo del rechazo mas salvaje. La escena no duro mas que el lapso de tiempo que tarda el tren de ir de una estación a otra, ya que como si fuese un despertador por los parlantes del tren sonó la voz que anunciaba


–Estación Nuñez, próxima estación Belgrano C


La madre tomó todas sus cosas apresuradamente y con el mismo amor que levanto la mochila arranco al nene del asiento bajando rápidamente del vagón. Al mismo tiempo y casi tropezándose entre ambos observe subir por la misma puerta a un personaje con una valija grande de color blanco, en la otra mano traía un cono de señalización de tránsito color naranja bastante grande también. Se puso el cono que tenia en la mano, sobre boca cual corneta haciéndola sonar como un zafarrancho de combate

-¡¡¡pampapapapapaaa!!!

¡Quede totalmente sorprendido!