miércoles, 24 de febrero de 2016

No apto para todo publico: Capitulo 5-Seguir Caminando

Seguí caminando mientras llegaba a casa y el perfume de madre selva y jazmines recién regados por el vecino me dan la bienvenida a mi cuadra. Caminé frente a mi hogar, pasé de largo para dirigirme a la panadería del barrio. Entré, dí los buenos días y con algo más que hambre pedí una cremona grande.
- Llegás justo! Ya  sale del horno. Está calentita. – Afirmó.
-  Buenísimo!

- Llevala con la bolsita abierta así no traspira, tomá para no quemarte los dedos. – Y me dio un pedazo de papel.
Pagué con lo último que guardaba en la billetera y me dirigí a casa como quien lleva entre sus manos un tesoro. El aroma me tortura, no sé cómo disimular el apuro por tomar unos mates con este manjar caliente.
Entro a casa  pongo, la pava, preparo el mate, dejo la cremona en la mesa sin antes pellizcarle un trocito, el solo cortarlo, sentirlo crocante, la temperatura, el aroma, todo es perfecto. Lo saboreé cuanto pude mientras le quité el polvo a la yerba y esperé que el agua termine de calentarse.
Encendí la radio y con los primeros mates inconscientemente se me escapó un suspiro. Sentí como me alimentaba de mis propias amarguras y haciendo tripa y corazón logré encontrar la alegría conformista en mi reflexión entre mate y samba surera que suena bajito de fondo.
Aunque el hambre me invita a seguir comiendo, guardo el resto para el más tarde del hoy a la noche y el más temprano de mañana a la mañana.
Me pegué una ducha caliente, me puse ropa de entrecasa, me tiré en la cama a simplemente dejar que pasen las horas. Inexorablemente como un rito inevitable llega la catarsis rompiendo todo a mi alrededor, zambulléndome en mi propia melancolía, melancolía que trato de por todos los medios no recibir; añoranzas de años pasados.
Tiempos de anteaño donde seguramente el sufrimiento era más intenso el esfuerzo más abrumante, pero en contrapunto del hoy, existía una razón por la cual bancar todo ese peso sobre la espalda,  es que en el barrio me esperaban mis amigos en aquel kiosco donde supimos ser amigos/clientes, en una hora pactada donde sin peros de lunes a jueves nuestro leit motive era resolver el mundo y reírnos de meras pelotudeces. Éramos lo suficientemente maduros para trabajar y deslomarnos pero también suficientemente jóvenes para casi desear jugar un rato a la mancha.
¿Pero ahora qué? ¿Cuál es el motivo? ¿Por qué tanto esfuerzo? Reviso paso a paso mi vida, cm a cm, no veo en lo absoluto en un  futuro próximo  o distante  que me espere algo mejor, la inercia de cada latido me lleva a seguir, entre pensamientos tóxicos nauseabundos y narcóticos, me  veo sumergido en dulces pesadillas donde viejos hermanos me saludan abrazándome fuerte, ahí siempre me esperan de ese lado.
Luego de la siesta despierto solo nuevamente y como instinto  repito el rito. Pava, cremona y suspiro, está vez en silencio pensando que mañana es el día, mañana depositan, mañana una vez más comienza las cuentas del cuánto debo cuánto cobro, cuánto me queda cuánto como…cuánto y porqué, cuánto y para qué, es casi un instinto vulteránico el que me lleva adelante aunque carente de un porqué
El agua esta fría, limpio el mate, me dirijo al cuarto donde inmerso en su quietud me acuesto, cierro los ojos y escupo un rezo al abismo en el que vivo, no creo en Dios ni en ningún tipo de ser, pero me veo en la necesidad de escupir a la existencia mis amargos anhelos para que en un signo de bondad poder partir, descansar.  Y en ese recite interminable quedo dormido.
Nuevamente suena el despertador, nuevamente el mate, la cremona de ayer  el gusto a viejo de un día nuevo, de una vida gastada, otra vez el motor interminable, el sentimiento atado a mi garganta que me castiga pero me obliga a seguir. Con más agua caliente que otra cosa en el estómago, el sabor amargo del desayuno propio de un argento otra vez a la parada del colectivo, el hall del edificio, las personas que ingresan a la oficina, las horas que no pasan. La asquerosa ceremonia.
Nuevamente camino por vías abandonadas rogando que pase el tren.





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